Social Media: ¿Cómo es el Community Manager ideal?

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Cuando una marca o empresa decide emprender la fascinante aventura del Social Media, a los lógicos miedos surgidos por la incertidumbre de conseguir una óptima reputación y credibilidad en la red se une el recelo en la figura del profesional en la que depositaremos todo nuestro prestigio para que lo maneje en consecuencia.

No son pocas las veces en las que una empresa se ha hecho la misma pregunta: ¿qué debe hacer mi Community Manager? para, posteriormente, cuestionarse: ¿realmente existe el Community Manager perfecto?... El gestor de nuestras comunidades virtuales es, como cualquier otro profesional, idóneo para nuestro negocio si verdaderamente es capaz de alcanzar las expectativas previstas, y cualquier otra pauta impuesta por el Social Media termina siendo intrascendente.

De todas formas, es ineludible el hecho de que todo Community Manager que se considere un profesional responsable sabe que para obtener las metas marcadas, ganarse el respeto de la audiencia, la admiración de la competencia y obtener el crédito de su empresa debe, como mínimo, cuidar aspectos tales como:

Ser capaz de establecer una estrecha relación con la marca a la que representa, mimetizarse con esta y ser el brazo extensor de cualquier novedad que deba difundirse. Debe permanecer en permanente contacto para conocer los cambios e informar de novedades, y presentar los datos con coherencia, orden, regularidad y claridad.

Explorar, ya que no todo se consigue a través de Facebook o Twitter. Hay un amplio abanico de redes sociales más pequeñas, segmentadas en temáticas, y diferentes escenarios en los que expandir la visibilidad de la empresa. Debe, además, monitorizar todo aquello que la red es capaz de generar de la marca a la que representa.

Expresarse correctamente, que no significa solo saber afrontar situaciones de conflicto, sino generar mensajes que sean capaces de empatizar con los followers, atraer la atención, activar la comunidad y aumentar la curiosidad. Debe tener, además, la capacidad de síntesis para no resultar aburrido y generar el efecto contrario: no ser leído.

No cruzar la línea de lo comercial. Un C.M. no debe vender un producto, sino ser informativo, proactivo y cumplir la máxima de saber escuchar para conocer las necesidades.

Debe estar al día de todo lo que su sector genere, ser un curioso en potencia y un permanente descubridor de cambios y mejoras.