Por Avelina Frías
La cultura del trabajo virtual cada vez toma más fuerza y va evolucionando conforme a las experiencias en su aplicación. Una de las tendencias es que nuevas dinámicas de poder y lucha emergerán en la medida en que se comiencen a negociar las relaciones de género, los niveles jerárquicos y los horarios en una dinámica de trabajo virtual.
En algunas culturas corporativas, trabajar hasta muy tarde es una actitud apreciada como de esfuerzo en el trabajo y ambición, pero ahora, para los trabajadores que en su mayoría son independientes no hay indicaciones visibles del tiempo y el esfuerzo (más allá de que envíe un mail a las tres de la mañana).
Actualmente, sólo basta mirar como las conexiones WI-FI y el teletrabajo han creado nuevas políticas en las oficinas tradicionales como para que nos plantemos la necesidad de crear políticas de trabajo para el entorno virtual y de trabajadores independientes, cada vez más en crecimiento. En este nuevo entorno laboral en el que en ocasiones sólo hay reuniones online, no hay literalmente jefes ni relaciones jerárquicas, el poder se comienza a ejerce de nuevas formas. Algunos autores consideran que en estos ambientes está surgiendo un pasivo, pero agresivo gerente que puede ejercer influencia y poder sobre la distribución del trabajo a través de la programación de llamadas y reuniones online en horarios incómodos.
Si bien muchas de las tendencias apuntan a la convergencia entre la vida personal y laboral así como a la hiperlocalización y a la conexión 24x7x365, las primeras experiencias de este modelo ya apuntan a la necesidad de políticas laborales que equilibren la vida personal de los trabajadores.