Cualquier empresa que se precie hoy en día debe tener a alguien que gestione su presencia en redes sociales e Internet de manera eficiente. Ya no basta sólo con estar, como se decía hace algunos años: el mundo del social media se ha convertido en una competición voraz, donde hay que saber aprovechar todas las herramientas de la manera más eficiente posible para no caer en el riesgo de desaparecer.
El Maratón de Social Media, celebrado el pasado 10 de noviembre en Madrid, puso de manifiesto, entre otros muchos aspectos, la idea de conseguir una figura del community manager entendida de la manera correcta. No vale cualquier persona, ni se trata de una tarea que pueda asumir cualquiera que sepa cómo manejar de manera básica una cuenta de Facebook. Hay que buscar a personas que aporten un grado de experiencia y formación, puesto que el objetivo principal de una labor de community management no es nada sencillo: conseguir el llamado engagement, el compromiso del usuario con un servicio o una marca.
En un mundo en el que recibimos estímulos, llamadas de atención y "tentaciones" constantes a través de Internet, hemos aprendido a discriminar y separar el grano de la paja casi por instinto. El community manager debe conocer al público y saber cómo llegar a él en lo que se considera una evolución del periodismo corporativo, en el fondo. Y, sobre todo, con una estrategia bien definida. Las bases pueden ser las mismas para todos, pero desde luego no lo es el enfoque ni la manera de aprovechar y exprimir las posibilidades de una misma red social.